Los mayas, una de las civilizaciones mesoamericanas más avanzadas, desarrollaron una intrincada cosmovisión que los vinculaba íntimamente con el universo. Su comprensión del cosmos era mucho más que una simple observación de los astros; era una parte fundamental de su vida cotidiana, religión y sociedad.
La astronomía maya era una ciencia altamente precisa. Los mayas lograron calcular con gran exactitud los ciclos lunares y solares, así como los movimientos de Venus y otros planetas. Esta profunda observación del cielo les permitió crear un calendario extremadamente preciso, el cual era utilizado para regular la agricultura, realizar ceremonias religiosas y predecir eventos astronómicos importantes.
La conexión maya con el cosmos se manifestaba en todos los aspectos de su vida. Sus dioses estaban asociados con diferentes cuerpos celestes y fenómenos naturales. Por ejemplo, el dios Kukulcán, representado por una serpiente emplumada, estaba vinculado con el planeta Venus y se consideraba una deidad creadora. Los mayas creían que los eventos cósmicos influían directamente en sus vidas y en el destino de su civilización.
La arquitectura maya también refleja su profunda conexión con el cosmos. Numerosas estructuras, como las pirámides y los observatorios astronómicos, fueron construidas de acuerdo con los principios astronómicos y cosmológicos mayas. Estos edificios servían como puntos de contacto entre el mundo terrenal y el celestial, permitiendo a los sacerdotes y gobernantes comunicarse con los dioses y obtener conocimientos sobre el futuro.