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De Yucatán para el mundo: el chicozapote, un regalo de la naturaleza

En el pasado, Yucatán fue reconocido como uno de los principales productores de chicle a nivel mundial. El chicle, una resina natural extraída del árbol del chicozapote, fue la base de una próspera industria que tuvo su auge a finales del siglo XIX y principios del XX. Este producto natural no solo era apreciado por su textura y sabor, sino que también se convirtió en un ingrediente clave para la fabricación de las primeras gomas de mascar en Estados Unidos.

El proceso de recolección del chicle era laborioso y demandaba gran habilidad por parte de los chicleros, trabajadores especializados en la extracción de la resina. Estos hombres trepaban los altos árboles de chicozapote y realizaban cortes en forma de zigzag en su corteza, permitiendo que la savia fluyera y se recolectara en bolsas. El producto final, después de ser procesado, era exportado principalmente a Norteamérica, donde la demanda crecía rápidamente.

La industria del chicle en Yucatán tuvo un impacto significativo en la economía local, generando empleo y atrayendo inversiones extranjeras. Sin embargo, con el tiempo, la introducción de gomas sintéticas más baratas y fáciles de producir llevó al declive de esta industria. A pesar de esto, el legado del chicle en Yucatán sigue vivo, recordado como una época dorada de prosperidad y conexión con la naturaleza.

Hoy en día, aunque la industria del chicle natural ha disminuido, algunos productores locales han vuelto a cultivar esta tradición, promoviendo el chicle como un producto artesanal y sostenible. Esta iniciativa no solo busca revivir una parte importante de la historia de Yucatán, sino también ofrecer una alternativa más ecológica en el mundo moderno.

Andrik Joel Tuz Tun

Lic. Ciencias de la Comunicación Egresado del Centro Universitario de Valladolid

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