La Torre de Mexicana, mejor conocida como “La Licuadora”, resiste el tiempo y los sismos en CDMX
Diseñada por Pedro Ramírez Vázquez, esta icónica torre se ha convertido en una referencia visual del horizonte capitalino y un símbolo de ingeniería antisísmica.

Con una forma singular que le dio el apodo de “La Licuadora”, la Torre de Mexicana es una joya arquitectónica creada por Pedro Ramírez Vázquez. Su historia, diseño antisísmico y resistencia a los terremotos la han hecho un clásico de la Ciudad de México.
Un icono arquitectónico en el cielo de la capital
En el paisaje urbano de la Ciudad de México, donde conviven volcanes, edificios históricos y rascacielos modernos, sobresale una estructura por su silueta particular. Se trata de la Torre de Mexicana, popularmente conocida como “La Licuadora” por su parecido con el electrodoméstico.
A pesar de haber cambiado de nombre en múltiples ocasiones, esta torre se ha mantenido como un referente visual de la ciudad. Su autor, nada menos que Pedro Ramírez Vázquez, uno de los arquitectos más importantes del siglo XX en México.
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Ramírez Vázquez, nacido en la CDMX en 1919 y fallecido en 2013, es el creador de algunos de los recintos más emblemáticos del país, como el Museo Nacional de Antropología, el Estadio Azteca y la nueva Basílica de Guadalupe. A su legado se suma esta torre ubicada en la Colonia Del Valle, un proyecto que inició en 1978.
Inspiración aeronáutica y estructura a prueba de temblores
La Torre de Mexicana fue construida originalmente para albergar las oficinas centrales de la Compañía Mexicana de Aviación. Su diseño, obra de los arquitectos Rafael Mijares y Andrés Giovanni, buscaba imitar una torre de control aérea. Sin embargo, su forma causó que el público la bautizara cariñosamente como “La Licuadora”.
Para garantizar su seguridad ante sismos, se implementó una base con 65 amortiguadores sísmicos y 35 pilotes de acero y concreto, hundidos a 40 metros bajo tierra. La obra finalizó en 1982, destacando desde entonces por su avanzada ingeniería estructural.
La torre superó con éxito su primer gran reto durante el terremoto de 1985, de 8.1 grados en la escala de Richter. Décadas más tarde, volvió a mostrar su fortaleza al resistir el sismo de 2017, ganándose el reconocimiento como uno de los edificios más seguros de México.
Con 132 metros de altura, 30 pisos de oficinas, 11 elevadores, estacionamiento y centro comercial, la torre fue adquirida por FIBRAMEX en 2006 y posteriormente por Fibra Uno en 2016, quien realizó una renovación profunda para preservar su legado y funcionalidad.