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Formas y fondos

Por: José Miguel Martínez

Siempre he creído que todo lo que pasa en el mundo se explica en formas y fondos, y la reunión de Trump con Putin en Alaska no fue la excepción. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, celebró una cumbre diplomática en Anchorage junto a su homólogo ruso, Vladímir Putin, donde se discutió un posible alto al fuego en Ucrania. La cita llamó la atención por varios motivos.

El primero fue la localización. Alaska fue comprada a Rusia en 1867 para pasar a formar parte de Estados Unidos, y Anchorage es hoy una de las bases militares más importantes del país, donde se concentran gran parte de las operaciones de vigilancia del Ártico. Realizar la cumbre allí no solo garantizaba seguridad y distancia de las protestas, sino que también enviaba un mensaje directo a Rusia: mostrar músculo militar.

El segundo detalle fue la alfombra roja. Trump recibió a Putin como si llegara un rey o una celebridad. No hay que olvidar que el líder ruso enfrenta una orden de aprehensión emitida por la Corte Penal Internacional (CPI) por crímenes de guerra y de agresión. Aun así, Trump lo trató como a un viejo amigo: apretón de manos, sonrisas y poses para las cámaras. Claro, Estados Unidos no reconoce a la CPI.

El tercero fue el espectáculo militar. Mientras ambos caminaban sobre la alfombra roja, un bombardero B-2 —del tipo utilizado en el ataque a Irán— y cuatro cazas F-35 sobrevolaron la base militar, mientras Trump aplaudía con entusiasmo. En el trayecto hacia el lugar de las negociaciones se podían ver filas de F-22 estacionados, en una clara demostración de poderío dirigida al mandatario ruso.

El cuarto punto fue la ausencia de Ucrania en la mesa. Resulta llamativo que, en negociaciones para detener la guerra contra ese país, no estuviera Volodímir Zelenski. Trump justificó su exclusión diciendo que, tras tres años en el cargo, el presidente ucraniano no había logrado frenar la guerra, y que él mismo debía alcanzar el acuerdo que Zelenski no pudo. Pero la pregunta es inevitable: si se hubiera llegado a un pacto y Ucrania no lo respaldaba, ¿cómo habría reaccionado Trump ante tal negativa?

El quinto aspecto fueron las condiciones de Putin, difíciles de calificar de otra forma que no sea irreverentes.

El líder ruso planteó que habría paz si Estados Unidos reconocía la anexión de Crimea —arrebatada en 2014— y de todas las zonas actualmente ocupadas. De haberse aceptado, Ucrania habría perdido más del 20 % de su territorio. Tras tres horas de conversaciones no hubo acuerdo, y se cancelaron tanto las reuniones privadas como la cena de despedida, poniendo fin abrupto a la cumbre.

En política internacional, como en todo, hay formas y fondos. Nada de lo que ocurrió en Alaska fue casual. Tanto Trump como Putin buscaron enviar mensajes claros con gestos y decisiones calculadas. En las entrevistas de despedida, ambos líderes prometieron reunirse nuevamente, esta vez en Moscú.

Mientras tanto, Europa reaccionó con rapidez: mandatarios como Zelenski (Ucrania), Macron (Francia), Merz (Alemania), Meloni (Italia) y Starmer (Reino Unido) se reunieron con Trump en la Casa Blanca el lunes 18 de agosto. Ese gesto, también cargado de forma y fondo, dejó clara la postura: Europa está con Ucrania.

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