“Naked Wine”, el vino sin maquillaje – parte 2

En una era donde lo orgánico, lo sustentable, lo auténtico ganan cada vez más terreno y más adeptos, el mundo del vino no se queda atrás. Un movimiento silencioso —pero cada vez más influyente— está creciendo entre productores y consumidores, el llamado naked wines o “vinos desnudos”.
Una apuesta por la mínima intervención y por regresar a lo más esencial de la viticultura.
El naked wine busca que la uva, el suelo y el clima hablen por sí mismos. Es, en muchos sentidos, un acto de confianza en la naturaleza.
En la primera parte de esta nota publicada el pasado lunes 22 de septiembre, abordamos la explicación de este movimiento.
Mientras los vinos convencionales pasan por procesos de clarificación, filtrado, estabilización, adición de sulfitos, fermentaciones controladas, levaduras cultivadas, los naked wines se presentan sin estos procesos o bien aquellos con mínimas intervenciones que si buscan lograr un perfil de vino más puro sin defectos o al menos sin los defectos que tradicionalmente castigarían lo que se percibía como calidad.
El resultado puede ser un líquido más turbio, más salvaje en aroma, un vino impredecible que se le acuña la atinadísima palabra “funky” para describirlos. Para muchos son vinos “más honestos” lo cuales debatible.
El gusto por el vino natural inicia como un movimiento marginal en Francia e Italia, impulsado por pequeños productores rebeldes; esto se ha extendido a España y Portugal y hoy conquista los wine bars de Nueva York, San Francisco, Tokio, Berlín, y por supuesto, México, donde crece el interés por estos vinos, considerándose dentro de un consumo consciente y sostenible.
México como productor ya entró a este movimiento, los primeros creo recordar fueron Santos Brujos fundados en 2008, después Bichi fundada en 2014, Cava Garambullo fundada en 2017 y hoy varias más de las nuevas generaciones o herederos de productores tan tradicionales como Pijoan o Mogor Badan que se suman a este movimiento
Lo cierto también es que este estilo de vinos se codea en mesas de restaurantes con estrellas Michelin y debo decir que, en mi experiencia de crear maridajes, lo cual llevo veinte años haciendo, la facilidad con la que se acomodan estos vinos a la comida es mágica, pues logran un respeto total por el ingrediente, muchas veces disminuyéndose a sí mismos para darle puntos a la mesa.
Así pues, los naked wines, o vinos naturales, dividen opiniones. Hay quienes lo celebran como una revolución y una toma de conciencia sostenible y hay quienes lo critican por su extremo olfativo, (a veces llegando al aroma y sabor acético – vinagre), por la falta de estándares y la falta de estabilidad.
Pero quizá ese es su mayor encanto: es vino con alma, sin máscaras, que invita a desaprender y a redescubrir. En mi opinión, los vinos de mínima intervención, bien cuidados, contenidos, sin aromas a vinagre, que cumplen con calidad y con terror y que sobrepasan expectativas, esos son mis consentidos dentro de este mundo de naked Wines.