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El jade: La piedra sagrada que tejía la vida y la muerte en la cultura maya de Yucatán

El uso de esta roca era un privilegio de la élite política y económica, que portaba su prestigio a través de máscaras funerarias, collares, brazaletes e incrustaciones dentales

En el corazón de la cosmovisión maya, el jade era mucho más que una simple piedra preciosa: era un elemento sagrado que simbolizaba la vida, el agua, la fertilidad y la eternidad.

Con un valor que trascendía lo ornamental, este mineral fue la esencia de rituales, creencias religiosas y un símbolo de poder para las élites gobernantes en el mundo prehispánico.

Para la civilización maya yucateca, los colores verdes y turquesas, conocidos como “yax”, representaban la vitalidad de la vegetación y la esencialidad del agua. Este concepto se elevaba a un plano cósmico, ya que el “yax” era considerado la quinta dirección cardinal, un eje central que conectaba el mundo de los humanos con el inframundo (Xibalbá) y los cielos.

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Su conexión con la vida era tan profunda que se creía que el jade emanaba viento y tenía la capacidad de retener el aliento vital. “Debido a su asociación con la vida y la renovación, pequeñas piezas de jade podían colocarse en la boca de los muertos antes de los rituales funerarios, creyendo que retenían y albergaban el aliento ‘ik’ expirado por la persona moribunda”, documenta el Dr. William Santiago González, investigador del Laboratorio Nacional de Nano y Biomateriales del Centro de Investigación y Estudios Avanzados (Cinvestav).

El uso del jade era un privilegio casi exclusivo de la élite política y económica, que portaba su prestigio a través de máscaras funerarias, collares, brazaletes e incluso incrustaciones dentales.

La dificultad para trabajarlo, con una dureza de 6.5 en la escala de Mohs, requería procedimientos arduos y artesanos especializados. Las piezas más preciadas eran aquellas de un vibrante verde esmeralda, conocido como “jade imperial”, cuyo color se debe a la presencia de cromo.

A nivel geológico, el jade de la región es jadeíta, una variedad más rara y dura que la nefrita, y la zona del Valle de Motagua, en Guatemala, es considerada la fuente más importante de jadeíta en Mesoamérica.

Esta piedra, cuyo nombre actual deriva de la frase española “piedra de ijada” por sus supuestas propiedades curativas para dolencias renales y hepáticas en el siglo XVI, continúa fascinando al mundo, no solo como una gema, sino como un testimonio eterno de la profunda espiritualidad y el ingenio de la cultura maya.

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