Piensa: ¿es un gasto necesario?
En un mundo en el que el marketing nos atrapa y tiene una gran influencia en nuestras emociones, es esencial saber diferenciar entre lo que realmente necesitamos y lo que simplemente deseamos. Planear nuestras compras debe convertirse en un hábito, pero puede ser un poco más difícil de lo que pensamos.
Debemos tener en cuenta que las campañas de marketing están dirigidas a impactar en nuestras emociones, creando asociaciones positivas con productos o marcas y haciéndonos sentir que, al comprar tal o cual producto, tendremos una experiencia positiva, lo cual nos crea una falsa necesidad que, a la larga, puede causar unos serios problemas financieros.
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“Cuando una persona se enfoca en las necesidades reales, hablando en términos económicos, reduce su estrés y su ansiedad por varios factores, primero porque no tiene la presión de adquirir determinados productos y, en segundo lugar, porque no tendrá la carga financiera si es que se endeuda o se sale de su presupuesto por comprar algo que no necesitaba”, menciona la psicóloga Leticia Mendoza.
Además, aclara: un gasto más allá de lo presupuestado puede llevarnos a un endeudamiento excesivo que podría afectar gravemente nuestra estabilidad financiera y por ende emocional, pero si nos enfocamos en satisfacer necesidades reales, tendremos la oportunidad de invertir en nuestro propio desarrollo personal y en actividades que nos aporten un crecimiento significativo. Por lo tanto, es esencial reflexionar sobre nuestras prioridades y después actuar.
En algunas sociedades hay una fuerte presión cultural para adquirir bienes y servicios que se perciben como símbolos de estatus, éxito o felicidad, lo que refuerza la idea de que satisfacer ciertos deseos es necesario para ser aceptados o valorados en cierto círculo.
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¿Qué es el deseo?
La Real Academia Española (RAE) define al deseo como el “movimiento afectivo hacia algo que se apetece”. El deseo es alimentado por el marketing que influye significativamente en los consumidores mediante estrategias psicológicas y emocionales, para lo cual, los anunciantes utilizan diversas estrategias, como la emocional, la creación de urgencia y escasez, y la presentación de productos a través de historias que generan un interés y una necesidad en los consumidores.
Las buenas estrategias del marketing no solo crean un vehemente deseo de compra, sino que están pensadas para moldear necesidades y preferencias del consumidor, lo que influye en el comportamiento financiero de manera importante, señala Leticia Mendoza.