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El portaaviones más grande del mundo llega al Caribe para reforzar la polémica operación antidrogas de EE. UU.

El USS Gerald R. Ford y su grupo de ataque fueron desplegados en aguas del Caribe bajo el mando del United States Southern Command para intensificar la ofensiva contra organizaciones criminales transnacionales; Caracas lo denuncia como amenaza imperial.

Estados Unidos ha incorporado el portaaviones USS Gerald R. Ford, con más de 5 000 efectivos y numerosas aeronaves, al despliegue naval en América Latina con el argumento de desmantelar redes de narcotráfico. El movimiento ha elevado la tensión diplomática con Venezuela, que denuncia una estrategia de presión, mientras Estados Unidos argumenta que busca garantizar la seguridad hemisférica.

¿Qué buque es y qué maniobras realizará?

El USS Gerald R. Ford es el portaaviones más avanzado del inventario naval de Estados Unidos. Su grupo de ataque incluye destructores equipados con sistemas de defensa complejos, y su capacidad aérea le permite lanzar operaciones de vigilancia, interdicción marítima y apoyo táctico.

Según el Pentágono, su incorporación en el área de responsabilidad del Comando Sur reforzará “la capacidad de Estados Unidos para detectar, vigilar e interrumpir actores y actividades ilícitas que comprometen la seguridad… en el hemisferio occidental”.

Contexto de la campaña antidrogas

Desde septiembre, EE. UU. ha liderado una ofensiva marítima en el Caribe y el Pacífico que ha apuntado a embarcaciones supuestamente relacionadas con narcotráfico. En ese marco, al menos 20 embarcaciones han sido bombardeadas hasta ahora con decenas de víctimas, según reportes medios.

Con la llegada del portaaviones, la escala de despliegue militar se intensifica, reflejando una estrategia de alcance extendido que combina vigilancia tecnológica, aviación embarcada y capacidad ofensiva naval.

Reacciones internacionales y tensiones geopolíticas

El gobierno de Venezuela ha denunciado la presencia del buque como una amenaza imperial y ha respondido anunciando ejercicios militares, acusando a Washington de pretender desestabilizar el país.

Al mismo tiempo, algunas críticas internacionales advierten sobre el riesgo de violaciones al derecho internacional ante ataques en aguas internacionales si no se proporciona evidencia transparente sobre los objetivos.

Implicaciones estratégicas

El despliegue del portaaviones —y de medios asociados como aeronaves de combate y destructores— representa un aumento sin precedentes del poder naval de EE. UU. en la región, algo no visto desde los años noventa en operaciones de este tipo.

Su capacidad de vigilancia y respuesta le permite no solo interceptar amenazas marítimas sino proyectar disuasión sobre zonas donde operan redes delictivas con presunta protección local, según fuentes estadounidenses.

Debate y riesgos

Aunque Washington afirma que actúa contra narcotráfico transnacional, organismos y analistas advierten sobre los peligros de considerar todos estos episodios como objetivos militares sin garantías judiciales.

El uso de un portaaviones tan avanzado y costoso en operaciones contra traficantes obliga a replantear el equilibrio entre efectividad, legalidad y diplomacia regional, en un contexto donde varias naciones latinoamericanas cuestionan la intervención estadounidense.

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