El Tamal Tico: El “Regalo Envuelto” que Une a las Familias de Costa Rica en Navidad

Más que una receta, el tamal costarricense es el pretexto para la “Tamaleada”, una fiesta familiar donde se envuelve la herencia precolombina y española en hojas de plátano.
Si visitas Costa Rica en diciembre, notarás que el aire huele diferente: huele a leña, a hojas de plátano soasadas y a masa de maíz condimentada. No importa si estás en el Valle Central o en las costas de Guanacaste, el Tamal Tico es el rey indiscutible de la mesa navideña. A diferencia de sus “primos” mexicanos, el tamal de Costa Rica tiene una personalidad propia: es más plano, se envuelve en parejas (llamadas “piñas”) y su sabor es más suave y herbal, diseñado para acompañarse con una taza de café chorreado y la infaltable Salsa Lizano.

Un Mestizaje Milenario: El Origen
La historia del tamal en Costa Rica es un viaje en el tiempo que fusiona dos mundos. Su base es precolombina: el maíz era el sustento sagrado de los pueblos indígenas chorotegas y huetares. La palabra misma proviene del náhuatl tamalli (“envuelto”), y originalmente eran bollos de masa simples, fáciles de transportar para los guerreros o cazadores.
Con la llegada de los españoles, la receta sufrió una transformación radical que la enriqueció. Los europeos aportaron el cerdo (y su manteca, vital para la textura), el arroz, los garbanzos y las especias. De esta mezcla nació el tamal tico actual, un platillo que dejó de ser comida de batalla para convertirse en un manjar de celebración, reservado para las fiestas religiosas importantes como la Navidad y la Semana Santa.
La “Tamaleada”: El Verdadero Ingrediente Secreto
Lo que hace especial a este platillo no es solo su sabor, sino su proceso. En Costa Rica existe el verbo “tamalear”. La preparación no es tarea de una sola persona; es un evento social conocido como La Tamaleada.
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Generalmente, un fin de semana de diciembre, la familia entera se reúne: abuelas, tíos y nietos forman una línea de ensamblaje. Unos limpian las hojas de plátano, otros preparan la masa y los más expertos arman y amarran. Es un momento de transmisión oral de recetas secretas, chismes familiares y risas, donde el trabajo pesado se aligera con tragos de rompope.
Anatomía de un Tamal Tico (Y cómo se prepara)
A diferencia del tamal mexicano que suele ser esponjoso, el tico es más denso y húmedo. Aquí te detallamos sus componentes clave:
- La Masa: Es el alma del tamal. Se hace con maíz cascado, pero el secreto es cocinarla con caldo de cerdo, muchas especias y puré de papas, lo que le da una textura cremosa única.
- El Relleno: Sobre la masa se coloca una porción de arroz con achiote (que le da el color amarillo característico), un trozo generoso de carne de cerdo y/o pollo, y una variedad de vegetales que puede incluir zanahoria, vainicas (ejotes), garbanzos, guisantes (chícharos) y tiras de chile dulce (pimiento).
- Los “Adornos”: Dependiendo de la región o el gusto familiar, pueden llevar aceitunas, ciruelas pasas o alcaparras, añadiendo un contraste agridulce.
- El Envoltura: Se usan hojas de plátano, no de maíz. Estas deben ser “soasadas” (pasadas por fuego) para que sean flexibles y aporten ese aroma ahumado inconfundible.

El Ritual de la “Piña”
Una curiosidad del tamal costarricense es que siempre vienen en pareja. Se amarran dos tamales juntos con pabilo, con las caras “abiertas” enfrentadas para que no les entre agua al hervir. A este par se le llama “una piña de tamales”.
Hervidos en grandes ollas de leña durante horas, los tamales se comen a cualquier hora del día en diciembre: desayuno, almuerzo o cena. Se abren sobre el plato humeante y, para el tico de cepa, el ritual no está completo sin un chorrito de Salsa Lizano, el condimento nacional que termina de amalgamar los sabores de la Navidad costarricense.







