
En los mercados y ferias de Yucatán, los juguetes tradicionales como el trompo, el balero, la resortera y los carritos de madera siguen presentes gracias al trabajo de artesanos que, con dedicación, mantienen viva esta parte de la cultura popular. Elaborados con madera y materiales sencillos, estos juguetes representan una alternativa nostálgica frente al mundo digital.
Manuel Canul Poot, artesano originario de Dzan, cuenta que sus principales compradores son visitantes nacionales y extranjeros: “Los que vienen de fuera son los que más se emocionan, dicen que jugaban con esto de niños y ahora los compran para sus hijos o como recuerdo”. Agrega que la mayoría de sus ventas ocurre durante las vacaciones y en ferias artesanales.
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Aunque han perdido terreno frente a los juguetes modernos, muchos padres buscan regresar a lo básico y mostrar a sus hijos cómo se divertían antes. La sencillez de estos juegos no les resta valor; al contrario, fomentan la creatividad, la coordinación y la convivencia familiar.

Estos juguetes artesanales no solo preservan una forma de juego, también sostienen la economía de familias que han heredado el conocimiento por generaciones. En lugares como Dzan, cada trompo tallado o resortera ensamblada sigue contando historias, conectando el pasado con el presente de manera entrañable.