
En Quintana Roo estamos viviendo un tiempo inédito. La justicia social, esa que durante décadas fue una promesa lejana para las familias, hoy se ha convertido en una realidad palpable. No lo digo yo, lo dicen los hechos: la reducción de la pobreza extrema, los programas de apoyo directo que llegan sin intermediarios, y las obras de infraestructura que dignifican a comunidades enteras son testimonio de que la Cuarta Transformación avanza con paso firme en nuestro estado.
Este cambio profundo no es casualidad. Es el resultado de un modelo de gobierno que decidió poner a la gente en el centro, que entiende que no puede haber desarrollo sin bienestar, ni crecimiento económico sin igualdad. La justicia social no se decreta, se construye todos los días, con políticas públicas claras, con presupuestos responsables y con una convicción de que nadie debe quedar atrás.
Como diputado, he sido testigo de cómo las iniciativas impulsadas desde el Congreso acompañan este esfuerzo. Desde la aprobación de reformas para fortalecer la transparencia en el gasto social, hasta la creación de mecanismos que protegen a mujeres, niñas y grupos vulnerables, hemos entendido que legislar es más que redactar leyes: es garantizar que la justicia social sea un derecho tangible.
Los resultados están ahí: comunidades que antes vivían olvidadas hoy cuentan con servicios básicos, caminos dignos y escuelas rehabilitadas. Familias que antes dependían de favores políticos ahora reciben apoyos de manera directa y transparente. Y sobre todo, un pueblo que se siente parte de un proyecto mayor, que sabe que su voz tiene eco en las decisiones públicas.
Decir que son resultados históricos no es exagerar. Nunca antes Quintana Roo había tenido un gobierno tan comprometido con el bienestar colectivo. La gobernadora Mara Lezama ha encabezado este esfuerzo con visión y sensibilidad, demostrando que la política se trata de servir y no de servirse.
Nuestro compromiso es claro: seguir trabajando desde el Congreso para consolidar esta transformación. Porque la justicia social no es un destino final, es un camino que debemos recorrer con constancia, humildad y unidad. Ese es el rumbo que hemos elegido, y es el rumbo correcto.