La detención de Mogherini sacude a la UE y pone en jaque su credibilidad en su momento más vulnerable
Investigación por fraude en fondos europeos reaviva el debate sobre corrupción institucional mientras Europa busca reforzar su arsenal anticorrupción

Qué se sabe del caso: investigaciones, detenciones y acusaciones
El martes 2 de diciembre de 2025 la policía belga, actuando por orden de la European Public Prosecutor’s Office (EPPO), detuvo a Mogherini, al exsecretario general del servicio diplomático europeo, Stefano Sannino —actual alto funcionario de la Comisión Europea—, y a otra persona vinculada al College of Europe.
Los registros se realizaron en las oficinas de la diplomacia europea en Bruselas, en la sede del College of Europe en Brujas, así como en domicilios particulares.
La acusación formal incluye delitos como “fraude en contratación pública, corrupción, conflicto de intereses y violación del secreto profesional”, en relación con un contrato para impartir un programa de formación diplomática (la llamada Academia Diplomática de la UE) financiado con fondos comunitarios.
Aunque los detenidos fueron liberados poco después —al no considerarse riesgo de fuga— pasaron a ser formalmente imputados.
Al trascender el escándalo, Mogherini presentó su renuncia como rectora del College de Europe y directora de la Academia Diplomática. Sannino también anunció su retiro.
Por qué este caso sacude la credibilidad de la UE
- Tiempo sensible para Bruselas: La detención ocurre justo cuando las instituciones europeas intentan aprobar una directiva histórica para reforzar el combate contra la corrupción, armonizando sanciones y procesos de investigación en todos los estados miembro. Que una ex-alta funcionaria caiga acusada en este momento mina la legitimidad del esfuerzo.
- Argumento para críticos internos y externos: Partidos de ultraderecha como los que citan los primeros comentarios públicos ya usan el caso para denunciar lo que llaman “una casta corrupta en Bruselas”. El discurso gana fuerza en un contexto en que ese tipo de fuerzas políticas recuperan terreno. Además, el gobierno de Rusia —hábil en estrategias de desinformación— señala el caso como prueba de las “disfunciones” de la UE, con un claro objetivo de debilitar su unidad.
- Erosión de la confianza ciudadana: Para muchos ciudadanos en Europa, la acumulación de escándalos —desde el “Qatargate”, pasando por acusaciones de corrupción de excomisarios, hasta este nuevo caso— refuerza la percepción de que las instituciones no rinden cuentas, alejando a la población de la idea de integración europea.
Reacción institucional y calles que pretende recorrer la UE
Frente al escándalo, varias voces dentro de la UE —incluyendo miembros del Parlamento Europeo y organizaciones civiles— piden la creación de un “órgano ético” con mayor autonomía que supervise a la burocracia comunitaria.
Por su parte, la nueva directiva anticorrupción —actualmente en revisión final en Bruselas— ha adquirido urgencia: muchos legisladores y líderes europeos coinciden en que su aprobación ahora “es más necesaria que nunca” para restaurar confianza y prevenir futuros casos.
Qué sigue: escenarios, riesgos y lo que está en juego
- Si la investigación avanza con acusaciones formales, podría implicar no solo responsabilidades individuales, sino también cuestionamientos institucionales sobre la asignación de fondos, controles y mecanismos de transparencia en la UE.
- Un desenlace negativo —con condenas o escándalos mayores— podría dar munición a partidos populistas y euroescépticos, debilitando la agenda de integración, cooperación y reformas de la Unión.
- Si en cambio la investigación demuestra que no hubo irregularidades, podría servir como un punto de inflexión: fortalecer los mecanismos de control interno, modernizar la rendición de cuentas y restaurar algo de confianza pública.







