La escuela me entrenó para sacar 10… pero en la vida me fue como si hubiera copiado mal

Columna por Mario Elsner
Desde chicos nos dijeron que si estudiábamos, si sacábamos buenas calificaciones, si seguíamos las reglas y no dábamos problemas, nos iba a ir bien en la vida.
Nos entrenaron para aprender lo que estaba en los libros, para entregar trabajos en forma, para respetar la estructura, para no salirnos del margen. Y durante años lo creímos. Cumplíamos. Estudiábamos. Callábamos lo que no entendíamos. Y mientras los números estuvieran bien, todo lo demás parecía estar en orden.
En cada etapa el juego cambiaba, pero la lógica era la misma.
En la primaria importaba no hacer enojar al maestro. En la secundaria, que tu libreta estuviera bien presentada. En la prepa, que no te tacharan de “matado”, pero que tampoco te reventaran por flojo. Y en la universidad, el premio ya no era la estrella dorada, sino el promedio, el diploma, y ojalá un título que hiciera orgullosos a tus papás.
Muchos navegamos ese camino pensando que la vida seguiría ese mismo manual: esfuerzo = resultado.
Llegas al mundo real y te das cuenta de que ese guion no alcanza. Que no hay manual. Nadie te dice cómo se supone que debes hacerlo. No hay aplausos por hacer tu trabajo. No hay hoja con puntos. Solo hay decisiones que tienes que tomar… incluso cuando no sabes si estás listo.
Que vas a tener días donde te tragas corajes, donde te tragas miedo, donde te tragas palabras.
Que vas a sentir que no estás listo, pero igual te va a tocar tomar la decisión. Que vas a tener que decir cosas difíciles sin perder el respeto.
Y que vas a tener que despedir a alguien sabiendo que no lo merece, solo porque el recorte vino desde arriba. Y no importa si sacaste 10 en liderazgo, porque allá afuera no te hacen examen… te ponen a prueba.
Yo me acuerdo perfecto de una clase en la maestría.
El profesor hablaba con mucha seguridad sobre futuros financieros, y en un momento, más por curiosidad que por retar, le pregunté:
“¿Y cuántos futuros compró usted el año pasado?”.
No le gustó. No me respondió. Semanas después me reprobó.
Ese día entendí algo que me tomó años procesar:
No siempre se trata de aprender a pensar, muchas veces se trata de no incomodar al sistema.
Y el sistema, cuando lo incomodas, te empuja para que regreses a la fila. Y el problema no es solo académico. Es más profundo.
Porque muchos entramos al mundo laboral con miedo de levantar la voz, de preguntar algo fuera de lugar, de equivocarnos frente a los demás, de no saber algo y quedar expuestos…porque nadie nos entrenó para navegar la incomodidad. Solo nos entrenaron para responder bien.
Y así pasa.
Llegas a tu primer trabajo con todas las ganas de demostrar que sabes, que puedes, que te esforzaste. Pero nadie te prepara para cuando el equipo no te cree, cuando tu jefe no te apoya, cuando el proyecto se cae aunque hayas hecho todo lo que tocaba.
Y lo más duro no es eso.
Lo más duro es cuando te das cuenta de que todo ese esfuerzo por hacer las cosas bien no te está blindando del desgaste.
Ese desgaste invisible que no aparece en los indicadores. Ese cansancio emocional que nadie mide. Ese momento en que te preguntas en silencio:
“¿De verdad sirve todo esto que hice?”
Porque nadie te enseñó a sostenerte cuando ya no alcanza con cumplir. Y ahí entiendes que la vida no funciona como la escuela. Que lo correcto no siempre te da resultados. Que portarte bien no evita que te traicionen.
Y que aunque hagas todo “como se debe”, hay días donde igual te vas a sentir un fraude.
Pero ahí también empieza otra parte. Una más honesta. Más real. Donde ya no buscas la calificación perfecta, sino la capacidad de actuar con integridad cuando nadie está viendo. Donde ya no querés tener la razón, sino construir confianza. Donde ya no estás esperando la estrellita dorada… porque sabés que lo que vale, casi nunca se ve.
Aprendí que liderar no es estar preparado. Es decidir sin garantías. Aprendí que la incomodidad no es el precio a pagar. Es la herramienta para crecer. Y aprendí que la vida no te califica. Te pone a prueba.
🦄 Mario Elsner
Te acompaño al siguiente nivel de los negocios.