La mujer loba de Yucatán, una leyenda de terror que marcó el año 2004
Los testigos describían a una figura femenina de gran tamaño, cubierta de un pelaje negro o gris, que poseía unos ojos rojos, acompañados por un aullido estremecedor

Con la llegada del Día de Muertos, entre reuniones familiares y charlas entre vecinos, los relatos de la seductora X’tabay, del Uay Peek, del Uay Kekén y del Uay Chivo resurgen con fuerza, tejiendo una vez más el tapiz de la tradición oral que ha acompañado a generaciones en Yucatán.
No todas las criaturas que rondan el imaginario colectivo pertenecen a un pasado remoto. Los pobladores aún recuerdan con claridad un episodio que sumió a la región en psicosis hace 21 años: la aparición de la llamada “mujer loba” en 2004.
Entre enero y febrero de ese año, el sur y el centro de Yucatán se vieron sacudidos por una ola de testimonios que reportaban avistamientos en municipios como Kopomá, Umán, Hunucmá, Chocholá, Chicxulub Puerto, Conkal y Maxcanú.
Los testigos describían a una figura femenina de gran tamaño, completamente cubierta de un pelaje negro o gris, que caminaba erguida sobre sus patas traseras y poseía unos ojos rojos de brillo penetrante, acompañados por un aullido estremecedor que helaba la sangre.
En una época anterior al predominio de las redes sociales, los rumores se propagaban de boca en boca. La falta de información verificable y los relatos exagerados alimentaron una psicosis colectiva que mantuvo en vilo a numerosas comunidades. El temor se apoderó de los habitantes, quienes evitaban salir de sus viviendas una vez que caía la noche por terror a encontrarse con el misterioso ser.
El pánico fue tal que comandancias policiales, como la de Hunucmá, montaron operativos para intentar localizar a la criatura, mientras que grupos de pobladores, envalentonados, organizaron batidas para cazarla, sin éxito alguno.
Aunque nunca se confirmó un avistamiento real, muchos atribuyeron a la “mujer loba” la muerte de animales en el campo y los sonidos extraños que rompían el silencio de la madrugada. La leyenda creció hasta traspasar fronteras, captando la atención de medios de comunicación nacionales e internacionales.
El fenómeno encontró un eco en la mitología local, y muchos relacionaron a la criatura con el Uay Peek, un brujo o nahual con la capacidad de transformarse en perro. Poco después, el misterio encontró un rostro cuando una mujer de Kopomá, Josefina Alcocer Mujica, se identificó como la “mujer loba”.
Conocida posteriormente como “doña Lobo”, afirmaba tener la habilidad de transformarse en el Uay Peek, una capacidad que, según declaraba, a veces no podía controlar debido a una misteriosa enfermedad.
Josefina Alcocer falleció en 2016, pero hasta sus últimos días permaneció como la protagonista humana de aquel episodio de pánico colectivo. Hoy, más de dos décadas después, la “mujer loba” ha pasado a engrosar el mismo terreno mítico que sus predecesoras legendarias.