Omán: el tesoro escondido de Medio Oriente que vale la pena descubrir
Por Verónica Moya
En una región conocida por el lujo extremo y los rascacielos futuristas, Omán ofrece una experiencia distinta: auténtica, tranquila y profundamente conectada con sus raíces. Situado al sureste de la península arábiga, este país aún poco explorado por el turismo internacional es un paraíso para quienes buscan aventura, historia y paisajes inolvidables.
La capital, Mascate, es una mezcla armoniosa entre tradición y modernidad. La Gran Mezquita del Sultán Qaboos es una obra arquitectónica impresionante abierta a visitantes de todas las religiones. Muy cerca, el zoco de Mutrah ofrece especias, joyería y artesanías en un ambiente que parece detenido en el tiempo. La ciudad, enmarcada por montañas áridas y el mar Arábigo, mantiene un ritmo sereno que contrasta con otras capitales de la región.
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Pero lo más impactante de Omán está fuera de las ciudades. En el desierto de Wahiba Sands, donde puedes dormir en un campamento beduino bajo un cielo lleno de estrellas; mientras que, en Wadi Shab y Wadi Bani Khalid encontrarás pozas de agua cristalina escondidas entre cañones rocosos, ideales para nadar después de una caminata. También puedes visitar pueblos antiguos como Misfat al Abriyeen, construido en piedra sobre una ladera, donde el tiempo parece haberse detenido.
Los amantes del mar pueden explorar las Islas Daymaniyat, hogar de tortugas y arrecifes de coral, o navegar por los fiordos de Musandam, conocidos como el “Noruega árabe” por sus espectaculares acantilados sobre el mar.
Omán es un país seguro, hospitalario y con una identidad cultural muy fuerte. Viajar aquí es descubrir que el lujo también puede ser el silencio del desierto, el aroma del incienso, o la sonrisa sincera de quien te ofrece dátiles y café sin pedir nada a cambio.
