Pizza de Nápoles, la cuna del sabor y tradición
Cuando se habla de gastronomía italiana, Nápoles ocupa un lugar privilegiado en la conversación. No solo por ser el lugar de nacimiento de la mundialmente famosa pizza, sino también por una herencia culinaria profundamente enraizada en la cultura popular, la frescura de sus ingredientes y la pasión con la que se cocina en cada rincón de la ciudad.
No hay visita a Nápoles sin probar su ícono: la pizza Margherita, con su base delgada, bordes inflados y ese equilibrio perfecto entre tomate San Marzano, mozzarella di bufala, albahaca fresca y aceite de oliva extra virgen.
Reconocida por la UNESCO como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, la pizza napolitana no es solo un plato, sino una experiencia. Lugares como L’Antica Pizzeria da Michele o Sorbillo son casi peregrinaciones obligadas para cualquier amante de la comida.
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Pero Nápoles no vive solo de pizza. Sus calles están llenas de delicias que reflejan la esencia del sur italiano. Desde los sabrosos cuoppi (conos de papel llenos de mariscos fritos, croquetas y arancini), hasta el mítico panino con la parmigiana di melanzane, cada bocado es una muestra del ingenio popular.
Comer en Nápoles es más que alimentarse: es un acto cultural, una celebración familiar y una manera de mantener vivas tradiciones centenarias.
Los napolitanos no solamente son los más famosos en las pizzas, también dominan el arte de los platos de cuchara. El ragù napoletano, cocido durante horas hasta que la salsa se convierte en una sinfonía espesa y profunda de sabores, es el protagonista de las mesas dominicales.
