Ramada, una tradición que pierde presencia entre niños y jóvenes
La participación en las ramadas disminuye en zonas urbanas de Yucatán, donde la tecnología y el cambio en las dinámicas familiares han reducido el interés de las nuevas generaciones por esta convivencia decembrina.

En Yucatán, las tradicionales ramadas que durante décadas fueron punto de encuentro en las noches decembrinas han perdido presencia entre niños y jóvenes.
Aunque aún se levantan en barrios y comisarías, cada vez menos menores participan en estas reuniones que antes llenaban de vida las calles con juegos, meriendas y faroles.
Familias y vecinos coinciden en que la tecnología ha modificado las formas de convivencia, pues muchos niños y adolescentes prefieren permanecer frente al celular, la computadora o los videojuegos en lugar de convivir al aire libre.
Esta tendencia es más evidente en Mérida y en municipios urbanos, donde las dinámicas cotidianas giran alrededor de lo digital y dejan menos espacio para actividades comunitarias.
A ello se suma un desapego gradual a ciertas costumbres que ya no generan la misma emoción entre las nuevas generaciones.

Mientras para los adultos las ramadas representan recuerdos y sentido comunitario, muchos adolescentes no encuentran en ellas el mismo valor simbólico.
La menor organización vecinal también ha contribuido a que estas estructuras sean cada vez menos frecuentes.
Como alternativa, promotores culturales sugieren revitalizar la tradición mediante actividades adaptadas a los intereses actuales, como dinámicas musicales, talleres o elementos creativos que mantengan viva su esencia.
En varios municipios del interior, las ramadas siguen formando parte del ambiente festivo y recuerdan una convivencia que marcó a generaciones y que aún podría conectar con los jóvenes si se actualiza sin perder su espíritu comunitario.







