Opinión

Rito de Flores

Flores, dragones y algo más… por Martha Meza

Llega la temporada Leo como una trompeta celestial que anuncia “aquí estoy yo” y que se note.

Desde el 22 de julio hasta el 22 de agosto, el Sol, ese astro que representa el ego, la identidad, el corazón y el fuego de la vida, entra en el signo que lo gobierna.

Sí, Leo no solo es un signo de fuego, es el único regido por el mismísimo Sol, lo que significa que en esta temporada la energía es intensa, dramática, vibrante y absolutamente centrada en uno mismo.

Todo lo que no sea auténtico, se quema. Todo lo que no brilla, se apaga. Así de simple.

Antes de que el calendario marque un nuevo mes, se nos presenta una invaluable oportunidad para embarcarnos en una profunda limpieza espiritual.

Este proceso es tan fundamental como el acto de ordenar y desinfectar nuestros espacios físicos. Se trata de una depuración interna que nos prepara para recibir nuevas energías y oportunidades con la mente y el espíritu plenamente renovados.

La vida moderna, con su ritmo acelerado y sus constantes demandas, a menudo nos lleva a acumular cargas invisibles: viejos patrones de pensamiento, emociones estancadas, resentimientos no resueltos o la simple sobrecarga de información y preocupaciones.

Estas “toxinas espirituales” pueden actuar como un lastre, impidiendo nuestro flujo natural de energía y limitando nuestra capacidad para abrazar plenamente el presente y construir un futuro deseado.

Al comprometernos con una limpieza espiritual, nos damos permiso para liberar estas cargas. Es un acto de autocompasión y empoderamiento.

Nos permite identificar y trabajar en las áreas que nos retienen, fomentando una mayor claridad mental, un bienestar emocional profundo y una armonía renovada con nuestro entorno. Es un momento para la introspección, para soltar lo que ya no nos sirve y para abrir espacio a nuevas experiencias y perspectivas.

Preparar nuestro ser interior de esta manera no solo mejora nuestra calidad de vida, sino que también nos posiciona para iniciar un nuevo ciclo con una disposición más optimista, resiliente y plena. 

Necesitamos liberar la impaciencia y la necesidad de control. Muchas veces el espíritu impulsivo te lleva a querer que todo suceda de inmediato, y esta prisa constante puede generarte una gran frustración y ansiedad.

Es momento de practicar la paciencia, permitir que las cosas fluyan a su propio ritmo y aprender a confiar en el proceso universal.

Suelta la necesidad de tener siempre la razón y abre tu mente a nuevas perspectivas. No todas las batallas valen la pena ser peleadas. Permítete soltar las riendas y verás cómo la vida te sorprende gratamente cuando dejas de intentar controlarlo todo.

Es hora de soltar la resistencia al cambio y la acumulación material y emocional. Nuestra naturaleza muchas veces nos inclina a la estabilidad, a aferrarte a lo conocido y a sentirte seguro en tu zona de confort. Sin embargo, este apego puede llevarte al estancamiento, impidiéndote crecer y evolucionar.

Deshazte de aquello que ya no te sirve, tanto en lo físico, objetos, ropa que no usas, como en lo emocional, viejos rencores, relaciones tóxicas o creencias limitantes. Abraza la flexibilidad, ábrete a nuevas experiencias y confía en que los nuevos caminos te traerán un crecimiento mucho más enriquecedor que la seguridad de lo familiar.

También es hora de soltar el rencor, la desconfianza paralizante y la necesidad de control absoluto.

La naturaleza intensa y profunda puede llevarte a guardar resentimientos por años y a sospechar constantemente de las intenciones de los demás, generando un ambiente de tensión a tu alrededor.

Practica el perdón, tanto hacia los demás como hacia ti mismo, para liberar esa carga emocional que te consume.

Abre tu corazón, permítete ser vulnerable y entiende que no puedes controlar todo ni a todos. La verdadera fuerza reside en la capacidad de amar y confiar.

Es hora de aprender a disfrutar del aquí y el ahora, a valorar la estabilidad y a comprometerte con aquello que realmente te importa, ya sea una relación, un proyecto o una causa. Recuerda que la verdadera libertad no es la ausencia de ataduras, sino la capacidad de elegir tus propios compromisos.

Y aquí cierro con esta convicción en esta temporada de brillos: no soy difícil soy selectiva, que no es lo mismo, elijo a quién darle mi energía. No soy para tibios porque fuego soy y entendido eso dejé de preocuparme de lo que los demás piensan de mí.

No se trata de hacer para ser, sino de permitir que lo que ya eres florezca, y ser para actuar desde tu verdad.

Luz, poder, magia y florecer

marliv73@gmail.com

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