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Tikin-xic: pescado ancestral de la costa de Yucatán

Es uno de los platillos más antiguos de la gastronomía yucateca, un verdadero tesoro culinario que merece ser redescubierto y preservado

Daniel Santiago

En la rica tradición culinaria de Yucatán, donde se fusionan sabores intensos, técnicas mayas prehispánicas y una identidad cultural única, el Tikin-xic destaca como uno de los platillos más antiguos y representativos de la cocina costera.

El nombre proviene del maya y significa “aleta seca” (tik’in: seco, xi’ik: aleta), aunque el platillo no es seco. Esta denominación hace referencia a su técnica original de cocción: el pescado se marina, se envuelve en hojas de plátano y se asa al calor de brasas o se entierra en pib (horno de tierra maya).

Originario de las comunidades costeras de Puerto Juárez, El Cuyo, Río Lagartos, Dzilam de Bravo y Celestún, el Tikin-xic refleja la conexión entre el mar y la tierra, entre el fuego y el maíz, siendo una herencia viva de los pueblos mayas del litoral.

El Tikin-xic se elabora tradicionalmente con mero, pargo o boquinete, marinado en una mezcla de achiote, jugo de naranja agria, ajo, cebolla morada y especias. Tras adobarse, el pescado se cubre con rodajas de jitomate y cebolla, se envuelve en hojas de plátano y se cocina al carbón o en horno de tierra, lo que le confiere una textura jugosa y un aroma ahumado inigualable.

A pesar de su excepcional sabor, el Tikin-xic no ha alcanzado la fama de la cochinita pibil o el relleno negro, debido a su preparación lenta y compleja, poco adaptada a la vida urbana; su consumo más extendido en zonas costeras, siendo menos común en ciudades como Mérida, y la falta de difusión fuera de Yucatán, ya que muchos turistas lo prueban, pero pocos lo replican en casa.

Hoy, el Tikin-xic sigue siendo parte de celebraciones familiares y religiosas en comunidades pesqueras. Su técnica ancestral y su sabor único lo convierten en un verdadero tesoro gastronómico que, aunque menos visible, merece ser redescubierto y valorado.

Los municipios de Celestún, Río Lagartos, San Felipe, Dzilam de Bravo y Progreso son los guardianes de esta delicia, donde pescadores y cocineras tradicionales mantienen viva la receta.

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