Ya cruzaste la tormenta y sobreviviste…
Flores, dragones y algo más… Luz, poder, magia y florecer - RITO DE FLORES

Venimos de un año que no pidió permiso: de julio 2024 a julio 2025. El año tormenta lo llaman; nos arrastró (cual sargazo que avienta el mar), nos rompió el cascarón, nos obligó a ver lo que no queríamos mirar. Tocó fibras profundas. Se llevó estructuras, vínculos, creencias. Se llevó excusas.
Nos revolcó con viento en contra y cielo partido, nos metió en cuevas donde nos cubría el moho, donde no sabíamos quiénes éramos, y esa cueva habló y nos gritó: “¿Vas a seguir escondiéndote o vas a salir y vas a despertar?”.
Fue un año de purga, de truenos internos, de querer desaparecer y al mismo tiempo parirnos de nuevo.
Un año donde nos dolió el cuerpo, el alma, la identidad, el no saber. Pero también donde algo muy profundo empezó a ordenarse, no fue en vano, no fue castigo, fue calibración. Con el pelo enredado por el viento, los ojos más abiertos y el corazón lleno de cicatrices nuevas que nos van a recordar quienes somos.
Y así le damos la bienvenida al año Semilla Resonante, en tierra maya, entre sargazo, sal, arena blanca, lluvia, entre rituales, paz y amor.
Llegó el momento de honrar todo lo aprendido en medio del barro. No llegas igual, no puedes, algo cambió para siempre. Y eso que ahora se gesta es la nueva vida que quiere brotar, pero no se trata de correr, de florecer rápido. La semilla sabe el tiempo. La semilla confía en la oscuridad.
Este nuevo ciclo no se va a parecer en nada al anterior, porque ya no eres el mismo, ya no necesitas demostrar nada ni forzar el crecimiento. Lo único que se necesita es crear las condiciones para echar raíz, para dejar que el propósito que se activó en medio del caos empiece a tomar forma en el día a día.
Esto va de autenticidad, de integridad, de poner el cuerpo donde ya pusiste el alma, de sembrarte en lugares fértiles, de rodearte de quienes sí te ven, de dejar de mendigar amor donde no lo hay, de hacer silencio para escucharte, escuchar el pulso real de tu deseo.
Ahora lo sabes, no necesitas que todo esté claro para avanzar, no necesitas entenderlo todo para confiar. Lo que viene no se conquista, se cultiva, porque ya tienes el agua, la tierra, el sol; solo hace falta que te quedes en cada caminar, en cada transformación, que te la creas, que te cuides. ¡Y te crees!
Y que recuerdes que no eres la tormenta que atravesaste, eres la semilla que sobrevivió a todo y todavía elige crecer y ahora quedarse.
Nadie llega a tierra prometida sin antes pasar por un desierto personal, la incertidumbre y el caos son suelo fértil para renovarte.
Solo hay que mantener la certeza, que el universo jamás te quitará algo sin un plan para darte algo mejor.
Tu proceso también puede ser semilla para otros.
Te abrazo en este nuevo año, inicia nueva energía ¡por fin!
Siempre en tierra maya encontraremos nuestra semilla 22.