Día del Padre en Yucatán: De ser el proveedor tradicional, ahora participa más en la crianza de los hijos
La falta de modelos paternos afectivos sigue siendo una barrera, pero cada vez más hombres buscan romper el ciclo.

Por Daniel Santiago.
El Día del Padre en Yucatán se celebra con menos pompa que el Día de la Madre, pero con igual profundidad emocional. Hoy, los padres yucatecos enfrentan una transformación generacional: de ser vistos solo como proveedores, pasan a ser figuras activas en la crianza, el afecto y el desarrollo emocional de sus hijos.
La psicóloga familiar Martha González Pool explica que el rol paterno ya no se limita a lo económico: “Hoy no basta con llevar dinero a casa. Los padres buscan ser más presentes, afectivos y emocionalmente disponibles. Es un cambio profundo, aunque aún incomprendido por algunos”.
En Mérida, este giro es evidente: papás cargando mochilas escolares, empujando carriolas o acompañando a consultas pediátricas (actividades antes asociadas solo a mujeres) son cada vez más comunes.
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La tendencia, aunque más visible en zonas urbanas, también permea en comunidades del interior del estado, donde la conexión padre-hijo se fortalece mediante actividades cotidianas. Sin embargo, el camino no es fácil.
Muchos hombres crecieron bajo estereotipos que vinculan la masculinidad con la autoridad distante o el silencio emocional. Esto le da un contexto al Día del Padre en Yucatán.
“Conectar con los hijos implica validar sus emociones, pedir perdón o mostrar vulnerabilidad. Son habilidades que pocos aprendieron en su infancia”, destaca Martha González.
La falta de modelos paternos afectivos sigue siendo una barrera, pero cada vez más hombres buscan romper el ciclo: “En terapia, atendemos a papás que desean dejar atrás el autoritarismo o la frialdad. Su motivación no es moda, sino un auténtico reclamo emocional”, añade.
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Este cambio cultural refleja una necesidad social: padres que equilibren tradición y modernidad, combinando su rol de sostén económico con uno emocionalmente comprometido.
Aunque persisten desafíos (como la desigualdad laboral o resistencias familiares), la paternidad yucateca avanza hacia un modelo más integral.