Paul McCartney desata la locura entre sus fans mexicanos
Desde muy temprano de este martes miles de fans comenzaron a llegar a las afueras del hotel Four Seasons de la Ciudad de México, con la única esperanza de poder ver y saludar antes que nadie a Paul McCartney, quien por la noche ofrecerá el primero de dos conciertos en el Foro Sol.
Ni el frío ni las horas de espera hicieron que ninguno de los asistentes, se moviera de su lugar, por el contrario, amenizaron el momento con música y dedicaron una serenata de sus más grandes éxitos al exBeatle.
Minutos más tarde una caravana de camionetas de lujo salieron del lugar ocasionando que los gritos y los cantos de: “Olé olé olé, Sir Paul” estallaran entre la multitud, pues muchos dieron por hecho que a bordo de los automóviles se encontraba el cantante, aunque en ningún momento se dejó ver.
Pero tan solo una hora más tarde la ilusión regresó, cuando varias motocicletas de tránsito comenzaron a organizarse frente a la salida del inmueble, esa era la señal inequívoca de que McCartney estaba a punto de aparecer, y mucha más gente se unió al tumulto.
De repente la camioneta del artista apareció de entre las sombras, y por fin el legendario artista se dejó ver. A bordo del auto y con la ventanilla abajo para poder saludar a su público mexicano, Paul extendió la mano y la sacudió un par de veces no solo para decir hola, también para agradecer.
“Paul, Paul, Paul”, era lo único que podía entenderse entre los gritos aturdidores de los fanáticos.
Ni siquiera la escolta de policías impidió que el público estorbara, por un momento, el paso del británico, pero otros guardias lograron empujar para abrir camino y hacer que la camioneta avanzara.
Una vez que la camioneta se introdujo entre las calles de la Roma Norte, cientos de fans no desistieron y comenzaron a perseguir a la caravana, sin lograr que McCartney se detuviera para obtener un autógrafo o una fotografía.
Pero eso sí, el recuerdo de haber visto al cantante tan de cerca fue suficiente para su público que regresaba al hotel después de correr tras la camioneta diciendo “No lo puedo creer”.