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La casa maya, “arquitectura sin arquitectos”

La arquitectura es una de las principales herencias de toda cultura, a través de la cual es posible entender cosmovisiones, ideologías e incluso adentrarse en las prácticas cotidianas de los pobladores. La vivienda maya, con su techo de guano y muros de bajareque, es un ejemplo de esto, una respuesta lógica a las condiciones climáticas de la región y la disponibilidad de sus recursos.
Por ejemplo, el efecto térmico en el interior de las casas es similar al que produce la sombra de un frondoso árbol. En un clima tan cálido y húmedo como lo es el de la península, resulta muy funcional y conveniente que las casas sean capaces de conservar un ambiente fresco durante el día y el verano, a su vez que amortigüen el penetrante frío húmedo durante las noches de invierno.
Asimismo, es habitual que las casas presenten muros de piedra (albarradas), resultado de un trabajo de ensamblaje artesanal, muy representativas de la cultura maya y del aprovechamiento de los materiales regionales.
Los saberes arquitectónicos del sistema constructivo están anclados a la vida social. Esta tecnología se hereda de generación en generación, en palabras del restaurador e investigador Aurelio Sánchez Suárez, “no se aprende de libros ni en aulas, se enseña en la práctica y en la tradición de la labor familiar”, especialmente para que los hijos que se casan y dejan el hogar conozcan y se apropien de este conocimiento. Tal como la caracteriza la investigadora Aida Amine Casanova Rosado, se trata de una “arquitectura sin arquitectos”.
En la Calzada de los Frailes de la ciudad de Valladolid, se puede apreciar un ejemplar restaurado de la casa maya. Se trata de un trabajo de restauración que se realizó durante los trabajos de rescate de imagen urbana de la ciudad que tuvieron lugar en 1996-1998, al tratarse de un ejemplo de arquitectura vernácula tanto en los materiales como en sus acabados.
Sánchez Suárez también enfatiza que en la actualidad estas estructuras aún representan una opción de vivienda para un gran número de habitantes de los municipios de Yucatán. En gran medida, su vigencia se debe más a la situación socioeconómica que al apego o gusto por las bondades que la arquitectura vernácula ofrece.

Uriel Martínez

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