El desperdicio de alimentos en el mundo produce entre el 8 y 10 por ciento de los gases de efecto invernadero, debido a todos los recursos que se usan en la cadena de producción, distribución y consumo, por lo que es necesario un mejor aprovechamiento, expuso Emilio Martínez de Velasco Aguirre, director del Laboratorio de innovación colaborativa (linnco) de la Universidad Anáhuac Mayab.
Lo anterior, dijo, está relacionado con que en el mundo se pierde una tercera parte de alimentos y, cuando esto sucede, se desperdicia toda la energía y recursos que se utilizaron en su producción, transporte, comercialización.
“Se estima que a nivel mundial la pérdida o desperdicio de alimentos es responsable entre el 8 y 10 por ciento de gases de efecto invernadero, es decir, si se disminuyera el desperdicio de alimentos se reduciría a emisión de gases de efecto invernadero en esa proporción”, comentó.
Dijo que la generación de gases de efecto invernadero tiene que ver con los recursos, el agua, los fertilizantes, el combustible y todos los insumos que se usan, y que se pierden también al momento del desperdicio.
Además, muchos de estos alimentos acaban en la basura, en vertederos, y se siguen descomponiendo y emiten gases metano. Es decir, comentó, a lo largo de toda la cadena de valor se tienen impactos al medio ambiente.
“Un punto importante es que gran parte de los alimentos que se desperdician sucede en las casas, por lo que hay que pensar en cómo aprovechar y darles nueva vida, hacer nuevas preparaciones y lo que no se puede transformar se puede donar”, expuso.
Dijo que es importante generar conciencia para no desperdiciar alimentos, lo que se puede lograr si no se compra más de lo que se va a consumir y si eso pasa poder donar alimentos a los comedores o agrupaciones que los transforman en comida para otras personas.
Otra alternativa es también consumir lo local, que a veces han caído en desuso, pero pueden ser una buena alternativa, tales como frutales mayas como el caimito, saramuyo, anona, zapote negro, frutales que se han producido por generaciones, pero que no tienen un espacio en el sistema alimentario industrializado.
