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Agoniza oficio de boleros en Mérida

Estos trabajadores no solo se dedican a limpiar y lustrar zapatos; también son guardianes de anécdotas y testigos de la vida cotidiana de la ciudad

Los boleros han sido una parte integral de la vida urbana en Mérida durante décadas. Sus estaciones de trabajo, ubicadas en puntos estratégicos de la ciudad como parques, plazas y avenidas concurridas, se han convertido en lugares emblemáticos donde la gente puede detenerse para dar un brillo a sus zapatos y disfrutar de una conversación.

Estos trabajadores no solo se dedican a limpiar y lustrar zapatos; también son guardianes de anécdotas y testigos de la vida cotidiana de la ciudad. Para muchos, una visita al bolero es una tradición que ofrece un momento de descanso y reflexión en medio del ajetreo diario.

Los boleros de Mérida enfrentan varios desafíos que amenazan la supervivencia de su oficio. La principal dificultad es la falta de interés de las nuevas generaciones en continuar con esta profesión. Muchos jóvenes prefieren buscar oportunidades en otros sectores que consideran más lucrativos o modernos.

Don Olegario Canché Bacab, dijo que se instala desde hace 30 años instalándose en el parque Hidalgo del centro de Mérida, “comencé a trabajar en esto porque no encontraba trabajo y un día mi vecino me enseño a trabajar en la limpieza de los zapatos y desde eso solo me he dedicado a eso, con este trabajo crecí a mis hijos”, precisó.

Dedicación y paciencia

Señaló que aprender este oficio no tiene mucha ciencia solo mucha paciencia y pasión por el arte de bolear los zapatos.

Solo se requiere grasa, pintura, crema, jabón de calabaza, estopa, tíner para quitar lo sucio en lo blanco de la suela del zapato, solo así queda blanco lo que es la orilla. Hoy en día incluso nos hemos adaptado y limpiamos hasta tenis”, detalló.

Al cuestionarle sobre si pretende o ha intentado buscar otro trabajo señaló que se aferra a que este oficio no muera.

Hoy en día, los jóvenes no quieren dedicarse a limpiar zapatos. Prefieren trabajar en oficinas o en empleos donde puedan ganar más dinero y tener un horario fijo, yo que he intentado buscar un trabajo, pero en esto me voy a quedar hasta que me muera,” comentó don Carlos.

Futuro incierto

La clave para que este oficio siga estará en encontrar formas de atraer a las nuevas generaciones y mostrarles que este oficio no solo es una forma digna de ganarse la vida, sino también una parte importante de la identidad y la cultura de Mérida.

Yo con esto crecí a mi familia, hice mi casita, es un oficio que aunque ya no tiene mucha demanda, esperamos que nunca muera, pero ya nos es más complicado, el turismo trae chanclas que más les vas a bolear. Hasta hace unos años hacíamos hasta 300 o 500 pesos diarios, pero ahorita 150 es lo mínimo que gano” precisó.

El futuro del oficio de los boleros en Mérida es incierto. Sin embargo; la pasión y la dedicación de estos trabajadores ofrecen una esperanza de que esta tradición pueda continuar, al menos por algunos años más.

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