Por: Darcet Salazar
Desde las primeras horas del día, el triciclo de Roberto Camargo Sosa recorre las calles del oriente de Mérida, cargado con pollos frescos. Roberto, heredero de una tradición que comenzó con su abuelo, se ha convertido en un rostro familiar para trabajadores, amas de casa y personas de la tercera edad, quienes le agradecen la comodidad de recibir este producto sin salir de sus hogares.
Montado en su tricimoto, Roberto recorre las colonias ofreciendo un servicio que va más allá de la venta. Su clientela no solo lo busca por la frescura y calidad de su producto, sino porque muchos de ellos, debido a sus ocupaciones o dificultades para moverse, no pueden salir de casa. Él lo sabe bien, por eso, con una sonrisa, se detiene en cada puerta, listo para pesar, limpiar y despachar el pollo al gusto del cliente, todo directamente desde su triciclo.
La gratitud de los vecinos se refleja en cada saludo y en las palabras de quienes han hecho de esta pollería ambulante parte de su vida cotidiana. No es solo el producto lo que ofrece; sino como dice es también el servicio cercano, la calidad garantizada, y el compromiso de llevar a las mesas meridanas alimentos frescos sin complicaciones.
Así, su triciclo se ha convertido en un símbolo de esfuerzo y tradición que sigue moviendo los corazones y las cocinas del oriente de la ciudad.
“Tengo mi negocio fijo, pero me gusta ayudar a la gente que no tiene manera de mobilizarse, el agradecimiento de la gente es el mejor pago, esto viene de mi abuelo, mi tio y ahora yo” dijo.