
Al llegar la fecha de Día de Muertos los sentimientos hacen brotar la necesidad de visitar el lugar de descanso de los seres queridos, mientras se permanece en un oscuro silencio, la llama de la vela refuerza ese recuerdo vivo de quienes se fueron y los camposantos de la ciudad “regresan a la vida”.
Desde ayer, los cementerios observan gran afluencia de personas que acuden a limpiar las lápidas de las tumbas, colocar flores, prender las velas, pintar de nuevo y sentarse a orar durante minutos mientras afloran los recuerdos.
Al visitar los camposantos es inevitable no pensar en tantas personas que se quedan en los agujeros sin tener la certeza que sus espacios de descanso prevalecerán, algunas tumbas están semiabiertas, con grietas, verdín y entre maleza.
Es así como prevalece viva la tradición, si bien se mantiene durante todo el año, a finales de octubre y principios de noviembre, es donde más se nota ese movimiento entre los cementerios, que también son escenarios perfectos para plasmar una fotografía que dice más que mil palabras.
Iridiany Martín