
Los panuchos y salbutes son dos de los antojitos más emblemáticos de la gastronomía yucateca. Estos platillos, que combinan ingredientes frescos y sabores intensos, son una muestra de la riqueza cultural y culinaria de la región. Si bien comparten algunas similitudes, cada uno tiene su propia personalidad y encanto, lo que los convierte en favoritos entre locales y visitantes.

El panucho se distingue por su tortilla rellena de frijoles refritos, que luego se fríe hasta obtener una textura crujiente. Sobre esta base se coloca pollo desmenuzado o cochinita pibil, lechuga, cebolla morada encurtida, rodajas de tomate y aguacate. Cada bocado es una explosión de sabores que combina lo salado, lo ácido y lo fresco, evocando las tradiciones culinarias mayas que dieron origen a este manjar.
Por otro lado, el salbute se elabora con una tortilla de maíz más ligera y sin relleno, pero también frita. A diferencia del panucho, la tortilla del salbute tiene una textura más suave y esponjosa. Los ingredientes que lo acompañan suelen ser similares: carne desmenuzada o cochinita, y una generosa cantidad de verduras frescas y encurtidas que lo hacen irresistible. Su sabor más delicado lo convierte en una opción ideal para quienes buscan algo menos intenso.
Estos antojitos no solo son deliciosos, sino también un reflejo de la herencia cultural de Yucatán. Su preparación y consumo forman parte de las reuniones familiares, las fiestas y las tradiciones locales. Probar un panucho o un salbute es más que disfrutar de un platillo: es conectarse con la historia, los sabores y el corazón de México.