La barrera de los 1,000 yenes: el obstáculo que asfixia a los negocios de ramen en Japón

Cada vez más restaurantes tradicionales cierran por no poder trasladar el aumento de costos a los consumidores. El ramen barato ya no es sostenible.
Una crisis que hierve a fuego lento
En Japón, el ramen es mucho más que un platillo popular: es un ícono gastronómico, accesible y profundamente arraigado en la vida diaria. Sin embargo, en los últimos años, este símbolo culinario se ha visto amenazado por una tormenta económica que ha puesto en jaque a miles de locales en todo el país.
La inflación global, la debilidad del yen frente al dólar y el incremento en los precios de la energía y los insumos han golpeado con fuerza a los pequeños y medianos restaurantes de ramen, cuya rentabilidad depende, en gran parte, de mantener precios bajos.

El precio psicológico del sabor
El principal obstáculo para estos negocios no es solo económico, sino también cultural. En Japón, existe lo que se conoce como “la barrera de los 1,000 yenes”, una especie de límite psicológico que muchos consumidores no están dispuestos a cruzar al pagar por un cuenco de ramen, cuyo precio promedio es de menos de 700 yenes. Tradicionalmente considerado un alimento económico para estudiantes y obreros, el ramen se enfrenta ahora a una resistencia que impide ajustar sus precios al alza.
Restaurantes que osan romper esa barrera, como Meya Taisei, deben hacerlo con sumo cuidado, justificando sus decisiones en redes sociales e incluso ofreciendo disculpas públicas.
Pérdidas inevitables para mantenerse abiertos
A pesar de la popularidad del platillo, el 61.5% de los negocios vendió ramen con pérdidas en 2023 para no alejar a sus clientes, mientras que un 33.8% operó en números rojos. En 2024, ya se han registrado 72 bancarrotas de negocios de ramen, una cifra récord que representa un aumento del 30% respecto al año anterior.
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Los estudios advierten que el costo total para producir un solo plato de ramen se ha incrementado hasta en un 10% en los últimos tres años. Los aumentos se deben a factores externos como la guerra en Ucrania, el encarecimiento de los fletes y la creciente presión salarial.
Un platillo que lucha por seguir siendo accesible
Pese a los esfuerzos de algunos restaurantes por subir precios de forma gradual, la percepción de que el ramen debe seguir siendo barato dificulta cualquier estrategia de ajuste. Aunque hay establecimientos que cobran más de 1,300 yenes por porción, siguen siendo la excepción y no la norma.
Mientras los consumidores mantienen sus expectativas y los costos continúan escalando, los negocios de ramen enfrentan un dilema: subir precios y perder clientes, o mantenerlos y perder dinero. Todo indica que la crisis no terminará pronto, y que el 2025 podría traer aún más cierres de locales tradicionales, especialmente aquellos de menor tamaño.