La primera actriz, Silvia Pinal, murió a los 94 años debido a varias complicaciones derivadas de la infección de vías urinaria que presentó recientemente.
La última diva del cine mexicano permaneció hospitalizada desde el pasado 22 de diciembre y aunque su hija, Sylvia Pasquel aseguró que estaba recuperándose, lamentablemente su cuerpo no resistió.
La noticia fue confirmada esta tarde por Televisa y posteriormente fuentes cercanas a la familia.
En los últimos días, muchas fueron las especulaciones sobre la salud de la matriarca de la dinastía Pinal; las primeras alertas sonaron cuando Alejandra Guzmán reveló que Silvia había sido ingresada por una infección de vías urinarias, más tarde se confirmó que se encontraba en terapia intensiva con una arritmia cardiaca y baja presión arterial.
Pinal evolucionó favorablemente, incluso, Sylvia Pasquel adelantó que sería dada de alta este mismo miércoles; pero, por desgracia esto no ocurrió.
Los últimos años fueron dolorosos física y emocionalmente para ella. En diciembre pasado fue ingresada de emergencia tras contraer influenza y pasó las fiestas navideñas en el hospital. En 2012 se contagió de Covid-19, por lo que fue trasladada de urgencia; posteriormente, en enero de este año, volvió a visitar el hospital debido a una arritmia cardiaca, además de una presión arterial baja.
Además de estos problemas, Silvia también se enfrentó a una fractura de cadera en 2020, un cuadro de neumonía en 2019 y la polémica por su regreso a los escenarios dentro de la obra infantil “Caperucita ¡Qué onda con tu abuelita!”, en la que llegó a aparecen en silla de ruedas.
“Nací en Guaymas, Sonora (1931), un puerto maravilloso de México; la raíz de esta historia se llamaba Jovita, mi abuela materna”, con esa idea comienza su autobiografía “Esta soy yo”, publicada en 2016, la cual causó revuelo por contar cosas desconocidas como cuando Enrique Guzmán, su entonces pareja, la amenazó con una pistola.
De niña Pinal trabajó en el restaurante de su padre sirviendo las mesas, algo que le gustaba porque así conseguía dinero por las propinas.
Ya de adolescente, cuando apenas tenía 17 años, hizo su debut en el cine (“Bamba”, 1939), pero la experiencia no fue como ella lo había imaginado, el productor Miguel Contreras Torres la tachó de bruta y estúpida, porque no podía llorar en escena.
“Fue muy grosero conmigo ese viejo horroroso. Me regañaba mucho, digo, yo estaba muy verde, lo reconozco, pero de eso a que me gritara y regañara, era por ser violento”, recordó en una entrevista de 2019.
Esa “bienvenida” sólo la impulsó en su carrera. En su larga trayectoria se pueden contar más de 100 producciones en cine y televisión, sin contar teatro. Consiguió tres premios Ariel a Mejor Actriz (“Un rincón cerca del cielo”, “Locura pasional” y “La dulce enemiga”), además de uno de Oro por su trayectoria que incluye cintas en Europa.
Uno de sus primeros novios fue Manolo Fábregas, pionero y pilar del teatro en México. Con él vivió feliz hasta que su mamá le preguntó si se había dado cuenta que el hombre usaba peluquín. Entonces se desilusionó y acabó el idilio.
La primera vez que llegó al altar fue 1947, del brazo de Rafael Banquells. En aquel entonces ella tenía 17 años, mientras que el actor estaba en sus 30. De ese matrimonio nació su primera hija, Sylvia Pasquel y aunque ella misma aseguró que se casó enamorada, también confesó que la relación fue su salida del yugo familiar.
A Gustavo Alatriste, uno de sus maridos, la propia lo calificó de gánster. Con el productor tuvo a Viridiana, joven actriz quien perdió la vida a los 19 años de edad en un accidente automovilístico. Mientras que Tulio Hernández, su última pareja en matrimonio, le fue arrebatado por un edema cerebral.
Enrique Guzmán es tema aparte, con él sostuvo una relación de nueve años, de la que nacieron sus hijos menores, Alejandra y Luis Enrique. En su autobiografía, Pinal recuerda que el cantante le fue infiel y además la maltrataba, pasajes que fueron retratados en la serie sobre su vida: “Silvia Pinal, frente a ti”.
“Lo que pasó entre nosotros no fue solo culpa de él. Enrique hizo lo que quiso, y lo permití”, comenta en el libro.
Otro de los pasajes duros se dio en el 2000, cuando fue acusada por presunto fraude en contra de la Asociación Nacional de Productores de Teatro, por más de 9 millones de pesos, se autoexilió por 11 meses.
Para entonces ya había sido presidenta de la ANDA y diputada federal en el PRI, pero nada la preparó para una situación como esta.
Oculta en un automóvil logró salir del país y, en diciembre de ese mismo año, cuando las cosas se aclararon, regresó.
“Y llego como me fui, con mi nombre limpio”, exclamó entonces durante su llegada al aeropuerto capitalino.