Hamacas: Tradición, frescura y descanso en tiempos de calor
En la época prehispánica los mayas las elaboraban con fibra de henequén


En esta temporada de calor, las hamacas se convierten en el elemento ideal para combatir las altas temperaturas. Con más de 3,000 años de historia, este emblemático elemento de la cultura maya no solo representa una herencia ancestral, sino también la mejor opción para un sueño fresco y placentero.
Las hamacas tienen sus raíces en la época prehispánica, cuando los mayas las elaboraban con fibra de henequén, una planta endémica de la península de Yucatán.
Originalmente, su tejido era similar al de las redes de pesca, pero con el tiempo se perfeccionó, incorporando técnicas traídas por los españoles y nuevos materiales como algodón y cáñamo.
La palabra “hamaca” proviene del taíno (lengua del pueblo indígena con el mismo nombre) y significa “árbol”, ya que en sus inicios se colgaban entre troncos. Hoy, son un símbolo de identidad yucateca, reconocidas por su durabilidad, comodidad y capacidad para mantener la frescura en climas cálidos.
En Yucatán, donde las temperaturas superan los 35 °C, las hamacas ofrecen ventajas únicas: su diseño abierto permite que el aire circule, evitando el calor acumulado de las camas tradicionales, y son fáciles de colgar y guardar, ideales para interiores y exteriores.
Si buscas una hamaca de calidad, considera que el tejido apretado, ya que, entre más cerrado, mayor soporte y comodidad. Las de algodón son suaves y transpirables, mientras que las de henequén (sisal) son las más frescas y duraderas, aunque más difíciles de conseguir. Las de nylon son resistentes a la humedad, pero menos frescas.
La fabricación de hamacas sigue siendo un arte transmitido por generaciones, con talleres familiares en localidades como Tixkokob, Izamal y Mérida.
Además de ser un elemento cotidiano, son un producto de exportación que lleva el nombre de Yucatán al mundo. Una hamaca yucateca no solo es una inversión en comodidad, sino también en cultura.