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Pretenden ignorar el valor histórico de la Plaza Grande

La actual intervención que se está realizando en la Plaza Grande para la creación de la Mérida competitiva que recoge negocios, más que un plan de modernización, parece un plan para borrar todo vestigio de historia, señaló la investigadora de la Facultad de Arquitectura de la Uady, arquitecto María Elena Torres-Pérez.

En aras de una modernización del espacio público, los responsables del proyecto se han olvidado de un aspecto reconocido a nivel internacional, que es el patrimonio, cuyo cuidado está a cargo del INAH y del IMBA, “Porque estos espacios son parte de nuestra historia construida”, afirmó.

La especialista considera que cualquier proyecto que impacta un espacio histórico, tendría que estar argumentado desde la restauración histórica que solicitan las convenciones internacionales, “No modernización como tal”, apuntó.

Dijo que el caso de la Plaza Grande, tiene que ver con entender la historia, “No conoces historia o no se quiere saber historia, entonces se te ocurren cualquier cantidad de barbaridades”, aseveró.

Agregó que necesario saber que dicha plaza de más de 400 años, no es normal como cualquier otra, ya que se trata de una plaza de armas, inserta en un territorio administrativo militar, que era la Capitanía General en la época de la conquista, lo cual, le da una característica especial y explica por qué no ha tenido fuente, “De hecho su función no era para proveer agua y no necesitaba una fuente como tal”, aseveró.

Torres-Pérez, dijo que la pregunta clave en esta situación es: ¿Por qué en el siglo XXI, iniciando una nueva década, se pondría una nueva fuente en la Plaza?, habiendo tanto lugares de modernidad en Mérida, así como tantos espacios que están naciendo y que se vuelven puntos de reunión para liberar el Centro Histórico, “Por qué impactaríamos de esa manera nuestra historia”, expresó.

Explicó que en la búsqueda de crear la Mérida del futuro, no se dan cuenta de que el plus de esta ciudad es su historia y su cultura, y es ahí donde se deberían enfocar los esfuerzos para ser diferentes y no globalizados.

La también docente de tiempo completo de la máxima casa de estudios de la Península, puso como ejemplo el sublimado en las blusas, como forma de manifestar y de modernizar una tradición, pero en la cual, no desaparece ni el tejido ni el bordado, mientras que en arquitectura si se desbarata un edificio, así sea con fines de modernización, es muy difícil que se pueda recuperar.

Puntualizó que otro de los inconvenientes es la falta de socialización de la obra; la gente debe estar enterada del proyecto para que se lo apropie y opine al respecto, porque es su derecho; sin embargo, “Cuando se tocan las cosas históricas, se desaparecen, nos da la idea de que no es la cultura, ni la historia, ni el patrimonio local lo que se quiere resaltar, sino los negocios”, finalizó.

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