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¿Conoces la triste historia de los yaquis en Yucatán? Te contamos

La historia de los indígenas yaquis en el México del siglo XIX revela un dramático ciclo de resistencia, opresión y exilio, con un impacto duradero en su identidad y cultura

Desde el siglo XVI, los indios yaquis de la región que hoy es el estado de Sonora resistieron la colonización española y la opresión colonial, levantándose en varias ocasiones contra el abuso y la explotación. La rebelión más significativa ocurrió en 1740, en respuesta a la excesiva carga de trabajo y la intervención de las autoridades en los asuntos indígenas.

Con la independencia de México, la situación de los yaquis no mejoró. En 1828, Juan Banderas lideró una revuelta contra los decretos que permitían la supervisión de sus pueblos y promovían la inmigración blanca a sus tierras fértiles. A medida que los yaquis se aliaban con levantamientos militares y civiles, su resistencia se volvía más organizada, creando un “estado dentro del estado” que complicaba los intentos del gobierno federal por controlar el valle yaqui.

La llegada de Porfirio Díaz al poder en el siglo XIX marcó un nuevo capítulo en la opresión de los yaquis. El gobierno porfirista implementó medidas drásticas como la colonización y la militarización, siendo la deportación la medida más efectiva. A partir de enero de 1900, después de un combate en Mazocoba, comenzó la deportación de indígenas yaquis, especialmente mujeres y niños. Estos fueron enviados a Yucatán, un destino que requería mano de obra para las plantaciones de henequén.

De acuerdo con la Dra. Raquel Padilla, el contrato de trabajo diseñado a espaldas de los yaquis estipulaba que los prisioneros serían enviados a las haciendas de Yucatán bajo el pretexto de proporcionarles trabajo y educación. Sin embargo, la realidad era mucho más sombría, con aproximadamente 1,500 yaquis muriendo en Yucatán entre 1900 y 1908.

Los yaquis llegaron a Progreso y fueron distribuidos en diversas haciendas en Yucatán. A pesar de haber sido despojados de su cultura, los yaquis mantuvieron su identidad a través de rasgos fenotípicos, gustos culinarios, celebraciones y su lengua.

En julio de 1911, el movimiento revolucionario encabezado por Francisco I. Madero y José María Pino Suárez permitió a los yaquis ser “liberados” de las haciendas y se asentaron brevemente en Mérida. Sin embargo, su liberación fue en gran medida una maniobra política para influir en las elecciones. Algunos se unieron a los batallones revolucionarios, mientras que otros sucumbieron a la fiebre amarilla.

En diciembre de 1911, un convoy de 500 yaquis fue enviado de regreso a Sonora, aunque solo unos pocos realmente regresaron a su tierra natal. La historiadora Raquel Padilla documentó este capítulo doloroso en sus investigaciones, incluyendo “Yucatán: fin de un sueño yaqui” (1993) y “Progreso y libertad. Los yaquis en la víspera de la repatriación” (2002), entre otros trabajos.

La historia de los yaquis es un testimonio conmovedor de resistencia y resiliencia frente a la adversidad, y la Dra. Padilla ha sido fundamental en recuperar y preservar esta narrativa, que sigue siendo relevante para comprender la compleja relación entre el Estado mexicano y los pueblos indígenas.

Recuperado de Mérida en la Historia

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